Traducción del fragmento de la tesis.
Esta relación entre pensadores y altos círculos de poder unidos a las exposiciones universales comenzó muy pronto. Georg Simmel asesoró personalmente a la exposición de Londres de 1853 e introdujo todas las líneas maestras de su pensamiento plasmado en su obra más conocida; «La ideología del dinero». La exposición de Londres abrió las puertas a un cambio ideológico de las masas. El proletariado no era una clase útil para la nueva era del consumo industrial. Tenía que comenzar un lento pero inexorable cambio. Una nueva forma de pensar, donde «tener» comenzaba a ser mucho más importante que «ser».
La exposición de Nueva York contó con la inestimable colaboración de Alan Turing, padre de la inteligencia artificial y uno de los pensadores y científicos más influyentes del siglo veinte. Sus nuevos conceptos aplicados a la gestión del conocimiento avanzaron muchas décadas por delante lo que iba a ser nuestra sociedad de la información. Por eso, cuando llegamos a ella todos estábamos muy bien preparados para un consumo masivo de medios de comunicación. Medios perfectos para inducir y manipular la percepción cognitiva de nuestro entorno. El inicio preciso para controlar la inteligencia.
La exposición de Bruselas de 1953 se impuso como objetivo convertir la energía atómica en algo no sólo inofensivo, sino incluso imprescindible en el desarrollo de la civilización moderna. El filósofo y pensador Neils Bohr desarrolló una teoría atómica de la naturaleza que daba por válidas algunas premisas que concebían nuestro entorno como una estructura atómica modelable y controlable. Una argumentación casi intachable para promover la utilización de la energía atómica como una fuente limpia, natural y conceptualmente contemporánea.
Los últimos años del siglo XX fueron testigos de uno de los crecimientos financieros más relevantes en un sector hasta ahora desconocido. La ingeniería genética. La sociedad occidental aún arrastraba muchas hipocresías morales derivadas de su inconsciente colectivo judeocristiano que no eran las más apropiadas en una era donde la manipulación sobre lo más íntimo y delicado de la vida humana quedaba exclusivamente en manos del ser supremo. Era necesario un cambio radical. Ahora, el hombre era quien creaba la vida a imagen y semejanza de quien él quisiera. Debía abrirse un nuevo camino para nuevas especies. Más adaptadas. Más útiles para los humanos. La exposición de Hannover 2000 marcó un antes y un después en la concepción global de la genética. Para ello contó con las ideas de Peter Sloterdijk, uno de los pensadores contemporáneos más influyentes, claro defensor y partidario de la manipulación genética.
Pero parece que no todo va a acabar aquí. Quizás no baste con manipular genéticamente a las especies para mejorar nuestra capacidad de supervivencia. Parece que los grandes poderes han decidido que es el momento de diseñar un nuevo humano. Una nueva especie. Shanghai 2010, bajo la inocente apariencia de su temática, esconde la influencia de Gregory Stock. Su última obra se titula «Rediseñando humanos».